martes, 5 de junio de 2012

EL FANTASMA DEL PACIENTE ERRANTE



"Mayo de 2012

Alicia compuso su mejor sonrisa y se acercó al mostrador de información con su papel en la mano. El empleado levantó la vista del “20 minutos” con gesto de fastidio cuando ella le preguntó por el departamento de radiología.
—A mitad del pasillo a la derecha —respondió el hombre con desgana, mientras regresaba la vista a la sección de deportes del diario gratuito.
Miró aterrada aquel eterno y atestado pasillo del Hospital Clínico San Carlos. ¿Dónde estaría exactamente “la mitad”? Emprendió la marcha bajo los fluorescentes blanquecinos esquivando camillas, sillas de ruedas y transeúntes, pasando de largo por las primeras bifurcaciones que se encontró por el camino. Entro por varios pasajes que no la llevaban a donde quería llegar, y volvía por el mismo camino que había recorrido cada una de las veces. En una de las vueltas, se dio cuenta de que no se encontraba en el mismo pasillo ancho del principio, por lo que empezó a caminar sin rumbo fijo, intentando regresar a la entrada para empezar de nuevo. Al llegar a un pequeño pasadizo en forma de “zeta“, se cruzó en una de las esquinas con un hombre de tez muy pálida que portaba un papel similar al suyo, quien le dirigió una leve sonrisa al tiempo que contemplaba su titubeante marcha.
Al llegar al final, se encontró que era un callejón sin salida, por lo que dio la vuelta y regresó sobre sus pasos. El hombre continuaba en el mismo sitio y en la misma posición.
—Buenos días —la saludó al pasar—. ¿Puedo ayudarla?
—Sí, por favor. Estoy buscando el departamento de radiología.
—Creo haber pasado por allí no hace mucho tiempo buscando la unidad de hemodinámica. Me parece que se encuentra dos pasillos más adelante. ¿O era más atrás? Hace tanto, que no lo recuerdo…
Alicia le miró compasiva, pensando que el pobre hombre debía de padecer Alzheimer o alguna enfermedad similar. Se apiadó de él, y se propuso ayudarle a buscar su destino.
—Bien, hagamos una cosa. Como yo he venido con tiempo de sobra, le ayudaré a buscar su consulta y después buscaré la mía. ¿Le parece bien?
—¿De veras sería tan amable? Muchísimas gracias, señorita. En todo el tiempo que llevo aquí, nadie me ha echado una mano.
Alicia sonrió. “Todo el tiempo” probablemente sería media hora, una a lo sumo. El pobre se encontraba muy desorientado.
—Y dígame, ¿lleva mucho tiempo buscando esa unidad?
—Pues no lo sé exactamente… Debe de hacer por lo menos unos treinta años.
—¿Treinta años? —exclamó con una mezcla de sorpresa y diversión. Definitivamente, estaba muy despistado—. A ver, déjeme ver su cita.
El hombre le tendió el papel y ella lo cogió con decisión. Al percatarse de la fecha de la cita, no pudo evitar que una mueca de asombro apareciera en su rostro.
—Pero caballero, ¡esta cita es de 1.978!
—Eso ya se lo había dicho yo. Llevo vagando desde entonces por los pasillos del hospital, buscando el puñetero departamento de hemodinámica. Recuerdo un día que me senté en una de las sillas que hay en la entrada, y ya no me levanté de ahí. Los médicos que vinieron a atenderme al cabo de dos horas dijeron que había sido un paro cardiaco por estrés. Se llevaron mi cuerpo al depósito de cadáveres hasta que mi familia vino a recogerlo. Pero mi espíritu, mi otro “yo” sigue por aquí. Día tras día. Año tras año. Esperando el momento de encontrar mi consulta…

Alicia se despertó sobresaltada, empapada en sudor, tratando de calmar aquella ansiedad que le estaba oprimiendo el pecho. A la mañana siguiente, debía acudir al Clínico San Carlos para que le hicieran una radiografía. Probablemente, ese hecho había desencadenado la pesadilla que acababa de tener.
«¡Bah! Mira que soy boba… ¿Quién se va a perder en un hospital? Un fantasma que lleva más de treinta años buscando una consulta… ¡El fantasma del paciente errante!», se rió de sí misma.

Alicia compuso su mejor sonrisa y se acercó al mostrador de información con su papel en la mano. El empleado levantó la vista del “20 minutos” con gesto de fastidio cuando ella le preguntó por el departamento de radiología.
—A mitad del pasillo a la derecha —respondió el hombre con desgana, mientras regresaba la vista a la sección de deportes del diario gratuito.
Horrorizada, salió del hospital como alma que lleva el diablo, corriendo por la cuesta abajo ante la atónita mirada de los transeúntes.
«No puede ser, no puede ser, no puede ser. Mi sueño se estaba cumpliendo», se repetía de manera constante. «El fantasma existe. ¡EL FANTASMA DEL PACIENTE ERRANTE!»"



Esta entrada es un capricho de mi mami. Estando ella recién operada, le comenté que cualquiera podría perderse por los pasillos del Hospital Clínico San Carlos, y vagar toda la eternidad buscando una ventanilla. Le hizo gracia y me dijo que podría ser un argumento para una historia.


Mami: esta historieta es tuya. Espero que la disfrutes. Te quiero.

6 comentarios:

  1. Me ha encantado Mamen. Eres una gran escritora no sólo de romántica, los relatos que haces de este tipo son geniales, presentalo a algún concurso.

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  2. Quiero más.... No nos puedes dejar así, !con lo interesante que está la historia!.
    Me alegro de que tu mami ya esté mejor.
    Besos.

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  3. Es buenisimo Mamen, me encanta!!!! Es para partirse de risa y a la vez para matar a los jodidos celadores que tanto pasan de nosotras. Es alucinante!!!!

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    1. Pues no solo ella la ha disfrutado...ha sido un placer leerla Un abrazo para tu mami y un beso para ti.

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  4. ¡Que razón tienes Mamen! esos pasillos parecen tener vida propia, los conozco bien. Me ha gustado mucho tu relato. Besos.

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